Utilizar la rutina, como ejemplo grandioso de nuestras propias vidas. Demostrar la importancia de cada gesto, como único e irrepetible. Las personas somos algo más que piezas. Somos el ejemplo vivo del propio universo.
Ron Mueck impresiona con cada escultura, no por su realismo o tamaño, sino por su sencillez y delicadeza.