La obra de Goya toca el corazón del profano. Es mucho más fácil sentir su mensaje cuando no pretendes entender nada. Al mirar un lienzo de este autor, te pierdes en su historia, en los detalles. Te sientes pequeño al saber que admiras una obra de arte.
Saturno y yo nos miramos por primera vez, siendo muy niño. Jamás he vuelto a conmoverme tanto como aquel día.
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